Ha sido una práctica corriente en casi todos los gobiernos latinoamericanos durante estos últimos 40 años, equiparar los conceptos de necesidad de vivienda con demanda de vivienda y no son ni remotamente lo mismo.
La “demanda”, es una especie de traducción oficial al lenguaje de las políticas públicas de lo que asumen los técnicos como “necesidades” de vivienda. Cuando desde un organismo de vivienda se arriba a este término “resolver la demanda”, también define ¿quién va a intervenir en la solución de esa demanda?, como por ejemplo las constructoras o cooperativas de construcción; ¿cómo lo va hacer?, con una casa tipo o se diseñan respuestas reales sobre cada necesidad de acuerdo a la familia; y ¿qué recursos le va asignar el Estado?, por lo general son volúmenes bien gordos que se llevan empresas o multiplica el pueblo organizado con sus saberes constructivos.
De esta manera resulta peligrosamente simplista decir que en Venezuela, hacen falta 2 millones de viviendas y destinar la mayor parte de los recursos en la construcción de casas nuevas, cuando casas nuevas por sustitución hacían falta (antes de éstas lluvias torrenciales) unas 479.499 (11,93%) y, casas por crecimiento vegetativo de la población hacen falta 76.406 (1,90% ) como necesidad real al 2008; es decir, casas nuevas hacen falta 555.855 según fuentes oficiales del Ministerio del Poder Popular para el Hábitat y Vivienda.
El restante 86,17% son infraviviendas que necesitan recursos para solucionar el hacinamiento, servicios de infraestructura como cloacas, acueducto, equipamientos educativos, sanitarios recreativos, gas, o aseo urbano. Las necesidades de vivienda y sus oportunidades deben ser asumidas en su riqueza y complejidad en la agenda pública popular, municipal, regional y nacional.
Publicado en el Diario Panorama el día 15 de octubre del 2008
Comentarios
Publicar un comentario